domingo, agosto 16

El garbanzo negro del puchero. Felicidad Dos.

Soy conciente que mi paso por este blog ha sido constantemente intermitente, no es que sean muchas mis ocupaciones, más por alguna extraña razón siempre ando huérfana de tiempo.

De alguna manera siento que merecen una justificación de mi deleznable proceder hoy voy a relatarles una experiencia de lo que he estado haciendo durante todo este lapso...

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Con lo que voy a contarles a continuación estoy segura que Aristóteles estaría particularmente satisfecho, lo mismo puede añadirse del gran Freud, Epicuro, Santo Tomás de Aquino,entre otros teóricos que han cavilado largamente sobre la felicidad. Es increíble constatar que tan efímera experiencia humana haya consumido mares de tinta y acumulado montañas de papel.- Se comprende que a fuerza de tratar el tema desde diferentes perspectivas se haya convergido en múltiples valoraciones para abordar el mismo problema, de tal manera que un concepto tan acabado y sin embargo inasible ha logrado generar tanta polémica, fieras disputas y uno que otro escupitajo al ajeno panorama, desenbocando en cualquier estado de ánimo, menos al ya citado.

Hoy por hoy es necesario comulgar con una visión actual y replantearnos realidades relativas... Todo lo contrario a lo que yo hacía en el pasado(Cuando no era posmo y creía en él) agotaba ideologías y metódos para hacer mas asequible mi humanidad, era como áquel que aprende a manejar por medio de manuales, ergo nada funcionaba. Probé de todo: Withman, Fromm, Huxley, Savater y por supuesto Bucay... Todo en vano, mi aspiración a ser feliz se derrumbaba a la primera cubetada de substancialidad, en ese entonces todo era una tendencia a la autodecepción, como cualquier miembro de la especie Homo Sapiens estaba condenada eternamente a ser un sujeto deseante, una neurótica del montón.

Me encontraba en ese punto vergonzante de mi vida, cuando decidí hacer de mi existencia un acto virtual y encendí el televisor por siempre jamás, de repente algo parecido a la felicidad tocó estrenduosamente a mi puerta. Todo esto sucedió durante una barra comercial. Una especie de iluminación - de insight -clarificó mis enroscados pensamientos; La única manera de experimentar una auténtica dicha sería sólo a través del sistema de consumo.
Hasta ahora mi vida era triste por mi insistencia en ser una marginada de mi generación, patética ambulante del flamante mercado planetario, exiliada de la aldea global.
No había entendido que actualmente hasta las emociones y sentimientos son mercancías intercambiables. Así que para obtener mi ganancia de placer (Ya se ve que hasta la palabra se encuentra en términos netamente económicos) la primera adquisición que realicé para este fin, fue una tarjeta de crédito con tasa fija - Más adelante me provería de otra sin límite de cargo y cuota anal- verdaderas llaves a la buena ventura.

Muchas cremas, perfumes, alhajas, tazas y accesorios después me percaté que jamás experimentaría la auténtica fortuna, ya que su némesis la bancarrota había sobregirado cada tarjeta , déjandome en un estado deplorable y evidentemente miserable ¡En que parodia de ser humano me habia convertido! miren nada más que despojo de huesos y carne dejaron tras de sí los bancos y la televisión.

Agotada y pobre sin tener ni que comer, comencé a alimentarme de humildes y baratas leguminosas y un día ¡Un memorable día! Deglutí unos garbanzos cocidos y todo cambió.

Fritos, asados, marinados, a la parrilla, al dente, a la plancha, bañados en salsa, empanado y/o tostado el garbanzo va más allá de la fuente de vitaminas y minerales que normalmente proporciona. Me percaté que añade un sentimiento de impertérrita felicidad ¡Sí! Como un orgasmo digestivo, todo ello gracias a su alta concentración de triptófano, bendito aminoacido liberador de serotonina (neurotransmisores causantes de aquella sensación tan conocida de bienestar)

Desde ese día los antidepresivos me producen un auténtico desprecio y además he comprendido el sentido de lo que es tener un cerebro de garbanzo: Un revoltijo de sesos sonrientes que toda la desdichada humanidad envidiaría.

4 comentarios:

BESSIE CERÓN dijo...

te extrañaba...ojala vengas a mi cum

Esponjita dijo...

¡¡¡¡Amo lo del cerebro de Garbanzo!!!!
Es usted genial, astronauta garbanzina.

Una esponja que ha disfrutado su post mucho más que una exquisita sopa de garbanzos...

Yaya "Numeralia" dijo...

Jajajaja son garbanzos magicos!!! Quiero recetas y manuales de consumo

Francisco Palacios dijo...

Bueno, pero ahora que yo regreso, otra vez la intermitencia, en fin.

Saludos